Ignatius Farray es al humor lo que el agua es a la vida, es decir, un elemento necesario. No porque sea parte de La vida moderna, tenga un Premio Ondas, haya estado nominado a los Emmy y convoque a miles de personas en sus monólogos cada año; tampoco porque sea invitado recurrente de La resistencia, Late Motiv, Ilustres ignorantes y cualquier otra manifestación de la risa que valga la pena; no. Ignatius Farray es necesario porque es imprevisible. ¿Y qué libro puede hacer un tío imprevisible? Quién sabe…
Dicen los rumores que Vive como un mendigo, baila como un rey puede definirse como un viaje a la cabeza dislocada de Ignatius. Un recorrido tan improbable como real desde una sala de catequesis en Tenerife hasta los escenarios y platós de Madrid, con escalas en Londres y Móstoles. ¿Cuándo dejó nuestro héroe de lado al niño Juan Ignacio y se convirtió en Ignatius? ¿Qué tuvo que pasar para que se erigiera como el comediante más comprometido y surreal de nuestro país?
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